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lunes, 5 de julio de 2010

Bariloche- Diario Clarín- lunes 5 de Julio

Bariloche: insisten en que no fue un caso de “gatillo fácil”
05/07/10 El abogado del cabo detenido asegura que “se le escapó” el tiro que mató a Bonnefoi.

PorGisele Sousa Días
Bariloche. Enviada Especial

“Discriminados y maltratados por ser pobres”
05/07/10

Bariloche, Represión Un equipo de la Comisión Nacional contra la Impunidad y por Seguridad (CONIS) viajó al Alto, en Bariloche. “Vimos nenes de diez años que, como travesura, se subieron a un tanque y fueron maltratados y golpeados por la Policía. Los adolescentes no pueden jugar a la pelota en la calle porque la Policía les dice que se juntan para robar. La cancha municipal solo la pueden usar si pagan 25 pesos”, redactó en un informe Karina Almirón, psicóloga social del Hospital Posadas. Además de contar cómo les cortan la luz de noche “para hacerles emboscadas” y cómo se busca aislarlos “para mantener la imagen que merece el turismo internacional”, indicaron: “No los dejan ir a los barrios cercanos al Centro Cívico (...) Son parias en su tierra, la tierra de sus antepasados. Son discriminados, maltratados, humillados por ser pobres, mapuches, chilenos”.






El hecho objetivo e indiscutible es que la madrugada del 17 de junio el cabo Sergio Colombil asesinó de un tiro en la cabeza a Diego Bonnefoi, un adolescente de 15 años. Quienes viven en el Alto, la zona marginal de Bariloche, salieron a los piedrazos a denunciar otro caso de “gatillo fácil” , lo que terminó con más represión policial y otros dos jóvenes muertos. El abogado del policía de 29 años, sin embargo, sostiene ante Clarín que su defendido tenía el arma lista para disparar porque “es un barrio brutal, no un jardín de infantes”, que “se le escapó el tiro” y apuntó contra los organismos de derechos humanos.

“Esa noche, Colombil y otros policías habían participado en un procedimiento por el robo de una garrafa en una parroquia y habían salido a buscar a los ladrones. Fue ahí que Colombil montó la pistola y puso la bala en el cañón . Cuando estaban volviendo, vieron a este grupo”, describe el abogado Marcelo Ganuza. ¿Por qué había montado el arma? “Según el reglamento de la Policía, queda a criterio del efectivo hacerlo o no según las circunstancias. El escenario (donde murió Bonnefoi) es el de más alta criminalidad de Bariloche, no estaban a la salida de un jardín de infantes ”, afirma.

Lo que Colombil declaró ante el juez Miguel Gaimaro Pozzi es que el grupo empezó a descartar objetos robados y a correr. “Nadie corre de la Policía porque sí”, opina Ganuza, aunque en el Alto sobran los relatos de detenciones “por portación de cara” y ranchos que los agentes entran a “reventar” sin orden de allanamiento. “Colombil corrió con el garrote en la mano pero tenía un equipamiento defectuoso : una pistola enorme que tiene un solo seguro y una cartuchera para un arma mucho más chica. Mientras corría detrás de Bonnefoi, la cartuchera, que va a mitad de pierna, se le iba cayendo. El manoteó el arma con la misma mano que llevaba el garrote y fue ahí que se le escapó el tiro ”, repite el abogado. ¿Si logró atajar el arma cerca del piso, no sería lógico que la bala hubiera salido hacia abajo? Ganuza responde que Colombil “iba corriendo y, por lo tanto, moviendo los brazos. Es instintivo que lleve el dedo al gatillo.

Fue un accidente, no un caso de gatillo fácil ”. Mientras el juez de la causa fue Martín Lozada (luego apartado), Colombil se negó a declarar. “Lozada lo citó cuando había un piquete (de gente del Alto) a 100 metros del Tribunal. No sé si no estaba buscando un linchamiento”, intenta justificar su abogado.

Después de las tres muertes, varios organismos de derechos humanos locales pusieron el grito en el cielo y salieron a hablar de los abusos crónicos de la Policía. “Necesitan de estos casos para justificar su existencia. Por eso salieron a condenar al Policía antes de que haya un juicio”, lanza Ganuza. A 17 días de aquellas jornadas de protestas y represión, Colombil sigue detenido a 60 kilómetros de Bariloche. Su mujer y sus tres hijos, que, como los tres jóvenes muertos, también vivían en el Alto, se mudaron por miedo a un ajuste de cuentas .

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